Aquel lugar de arena blanca, de mar turquesa, de cielos
azules, lilas y hasta rosados, de guardianes verdes que son las altas palmeras cuyos
habitantes son los cocos más brillantes que divisan de lejos la llegada silente
de las tortugas.
En ese lugar para colorear habita la flaca, una fusión entre
lagartija y mujer, con su traje de leopardo fino, sus dedos torcidos, su boca
pintada de rojo carmín y su sombreo de paja, la hacen ser parte de ese dibujo
colorido que es playa el agua. Su compañero de aventuras el guaro borracho la
acompaña a contar las estrellas fugaces que se posan en los cielos oscuros de
la noche solitaria.
Con su flauta llega el pequeño Roy, detrás de él van los
ratoncitos que anuncia la marcha de los pequeños surfistas que pronto serán
gigantes. Miguelito el más pequeño de la pandilla, toca la armónica y con su melodía
encanta a María, su abuela y la gran empanadera de la playa que con su sonrisa nos anima a creer que en la vida la lucha es
constante.
Un lugar para colorear, está Robin Hood, un hombre que su
gran armadura de defensa es su gran corazón, en medio de esa arena suave ese héroe
anónimo esconde en su piel de agua salada una mirada apacible de ojos negros
profundos, de pierna ñeca, de cuerpo esbelto, con su tabla entra al agua para
pillar las grandes olas pacientes que lo esperan para viajar.
Y así ese lugar para colorear se llena de la energía
traviesa de la vida que genera playa el agua.
Maga