Noche 1:
El pasillo de aquel edificio en
medio de la nada, era el testigo principal de los encuentros nocturnos con la
adolescencia. Las piezas de domino se reían de los dos, mientras sumergidos en el juego, se les pasaba
el tiempo. Sus ojos verde acuarela desnudaron sin limitaciones el corazón
latente de esa chica adolescente.
Noche 2:
En el interior de un bar chino
deteriorado, la cerveza con limón, una lumpia bien caliente, la libreta en
blanco y un lápiz, se convirtieron en cómplice de la unión de dos mentes brillantes
que hicieron una historia, que en poco tiempo llevaron ha imagen. Como un hijo,
se transformo en el fruto creado por aquellos dos.
Noche 3:
La conexión de las miradas, que
profundas coincidió y fueron uniendo sus almas; sin condición, bajo aquellas
aguas cristalinas del mar Caribe. Usaron el mar, la arena y las algas para su rencuentro
en está vida, porque ya se conocían en la pasadas.
Tras un sueño de ella en aquella
cama prestada, que escuchaba el susurro de una frase dicha por él (only time),
hizo que ella corriera a su búsqueda. El la esperaba ansioso de su sabor, de su
olor, de su piel, de sus ideas, de su mente, de la causalidad de la vida por
ponerlos en un mismo camino; pero en un solo tiempo.
Un tiempo que ha irrespetado
la distancia, se han tocado mientras duermen bajo sus sueños. Siguen en un
contacto mental imaginario, en un viaje astral donde ambos cuerpos flotan al
encuentro en medio del atlántico.
Noche 4:
Las luces de neón de un bareto
del centro, frente a una barra grande, donde la música, las copas y las
personas ligaban, dieron paso al encuentro de los dos. El con un idioma
distinto, ella que poco lo entendía fue
suficiente para que ambos iniciaran una conversación. Las similitudes de los
dos, los metió sin mirar a los lados tanta locura, y fueron fusionando un arte
en común, su gran admiración por Béla
Tarr, Haneke, Kieślowski, paseando por escenas de “La Naranja Mecánica”, recordando
líneas de Saramago, hicieron que se conectaran intelectualmente, y más allá de
eso, que bajo la luna de aquella noche fungieran sus vibras, y su amistad se
extendiera a través de la palabras que se transformaban en orgasmos y caricias
jamás dadas.
Noche 5:
Dentro de una multitud de gente
que danzaba a su alrededor, el y ella, el un poco mayor, la cautivo por su
joven sonrisa, su dulce voz y su filosofía innata, él se dejo llevar por la
profundidad de la conversación que ella inicio, tras el juego voraz de ella,
que lo acelero, un baile, un acercamiento que hizo que subieran a una montaña
rusa, donde la cima era la conexión. Horas después, al mencionar sus gustos
gatunos, el amor a sus gatos, se perdieron ambos entre las miradas, las palabras
de cada uno. Sin darse cuenta, se habían fugado para iniciar una historia que
les ha quitado la piel, solitarios los dos, dueños de su espacio, amantes a la
música se han visto de mil maneras en los rincones de aquella ciudad hechicera.
5 noches, 5 amigos, 5 historias.
Maga