sábado, 29 de septiembre de 2012

Blanca


Blanca era como la nieve. Vivía en un bosque de concreto, custodiada por 7 amigos que le velaban su eterno sueño y 3 hadas madrinas que la cuidaban. 7 enanitos que la vigilaban tras la tragedia de morder la manzana envenenada y que la había condenado ha no encontrarse despierta con su príncipe azul.  Cada amigo poseía un don, estaban siempre, protegiéndola, el soñador (Iván), tontín (Nervin), dormilón (Abraham), sabio (Eli), bonachón (Jay), Tímido (Ange) y el mudo (Mari), las tres hadas, grandes amigas, eran su inteligencia (Francia), su emoción (Karen) y su familia (Elisa). Todos cantaban y bailaban sin parar alrededor de la cama gigante de sábanas blancas con almohadas de plumas, donde ella reposaba con la esperanza, de que eso la hiciera despertar.

 Mientras Blanca dormía, soñaba con el encuentro de su príncipe. El príncipe del reino de las algas, un príncipe de cabello blanco y gran barba que lucho contra los monstros marinos  debajo de las aguas del Caribe, para buscarla en el inmenso Atlántico; pero aún no había podido escuchar al viento y encontrarla. Ella dormía, sabía que era un sueño y quizás no fuese verdad, había perdido la memoria; pero la magia y el misterio que guardaba en su corazón latía fuertemente, eso la mantenía viva; pero dormida.

Un día al acercarse el otoño, hubo una tormenta eléctrica en aquel bosque de concreto y el príncipe en su antigua vespa recorría la oscuridad entre los arboles para hallarla. Sediento, cansado y derrotado, miro hacía al cielo y vio a la luna, para pedirle un deseo, simplemente necesitaba una luz le indicara el paradero de Blanca. Pasado un minuto, un rayo furioso tropezó con la abundancia de los arboles y al final del todo le señalo el camino. Sintió algo húmedo en el interior del bolsillo de su pantalón, cuando su mano reviso su bolsillo, se encontró un puñado de algas vivas, y al mirarlas se recordó del rostro de Blanca que había visto por primera vez en la profundidad del mar.

Cogió su Vespa y sin más fue a la búsqueda de su princesa. Pasaron 3 años, el príncipe ya tenía más de 40; pero su espíritu joven y luchador, lo hizo llegar al otro lado del mar y así encontrar la pequeña cabaña en el bosque de concreto. Al tocar la puerta, los 7 enanitos corrieron a ella, y al mirar al forastero supieron que era el príncipe que venía a despertar con su amor puro a la princesa.

Al mirarla, el latido del corazón de Blanca se aceleró, el príncipe cogió las algas y se las coloco en una mano  de la bella que aún dormía profundamente. Los labios del príncipe besaron a la durmiente, y las algas crecieron y formaron una pequeña cueva. Allí, en el interior, ella despertó y siguió besando al príncipe, al abrir sus ojos lo reconoció y el hechizo se desvaneció.  

Simplemente triunfo el amor, que con él tenía la fidelidad de los recuerdos y el reconocimiento de sus almas.  Blanca despertó. 

Maga

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