Un país que con sus dolencias vs. alegrías, se vuelve arrebatado. Un país perdido, que se nos puso extraño, pesado, un país que lo miremos y no lo reconocemos, se nos esfumo de nuestras manos, un país volátil, de hormonas frenéticas, de sonrisas y lágrimas, cómo una película francesa. Un país que por un lado se queda en la hamaca contemplando el mar; y a su vez coge el maletín y sale a la calle a trabajar. Un país que anda en paralelo, de chistes, de fiesta, de bochinche; que también, vive la amargura vs. la felicidad de hacer largas colas, al fin y al cabo, en las colas se hacen grandes amigos, se volvió tolerante al leer las cifras de muertos por año en la prensa, al grito del adverso, o al insulto del amigo, a la basura en las calles, a la dolencia del vecino, un país donde en los rascacielos se reflejan los ranchos, las miradas tristes del que no tiene que comer, del que pide por vicio y el que bebe por pena. Un país que se puso pequeñito, que se nos redujo a lo mínimo, un país con infidelidades descaradas, con pocas acciones y muchas mentiras, un país que para mi gusto, es un géminis de dos caras, un país que prefiere un plasma a un buen libro, un país con delirios incontrolados, personas irracionales, un país de pistolas y navajas, un país emocional, que dejó ser racional, o quizás nunca lo fue, por eso es tan fácil para el gobierno de turno atacar con las emociones de cada uno de los venezolanos.
Un país arrebatado, que mañana 8 de diciembre vuelve ha elecciones, cada uno debemos de colocarnos nuestra mascara de buzo, coger nuestra lanza y atacar a ese gran monstruo marino que es el CNE, eso lo haremos con nuestro dedo, una vez más es el héroe, quizás derrotado o no, para buscar el cambio de nuestro día a día, de nuestra cotidianidad, de las mejoras a nuestro municipio, a nuestra comunidad y sobre todo, a ese país arrebatado que se nos suicida lentamente.
No te quedes, coge tu mascará de buzo, tu lanza y ataca, sal a votar.
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