martes, 26 de julio de 2011

A los 29

Cuando tenía 2, mi memoria estaba apagada, desconocía mi existencia, solo tengo los recuerdos de las fotografías que reposan en la caja del armario de Maracay, donde miro y vuelvo a mirar, como en ese momento solo quería una piñata y una torta de Minnie Mouse.
A los 6, quería darle palo a la piñata, y recibir muchos regalos.
A los 10, me encantaban los cumples de piscinada. Luego llegaron los 14, ya no quería regalos de Barbie, ni piñatas ni tortas de Blanca Nieves, solo quería estar cerca al mar.
Un año después, me tocaron la puerta los 15, donde ni el vestido, ni los mariachis, ni la gran fiesta me animaban y muchos menos bailar el vals. Solo me conformaba estar cerca del mar.
Ya a los 17, me iba a la disco con una cedula de identidad falsa y a los 18 ya estaba cansada de ir.
A los 21, me fui con mis amigos a lo más alto de la montaña, entre música electrónica, ron y buenos amigos amanecí aquel 22 con mis 21.
A los 25, quería seguir estando cerca al mar. Y así pasaron los 4 años consecutivos.

A los 29, estaba buscando la soledad, solo yo con mis pensamientos, mis ideas y mi alma, pero siempre cerca del mar.

Maga

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