Me pare en la punta del abismo, mis oídos estaban atentos del rugir de todas las salvajes fieras, que habitan dentro de ese mar verde. El horizonte se adueñaba de mi furioso grito que retumbo en el fondo rodeado de verdes árboles, donde el sol, hacia su trabajo. Y mi atisbo se paralizaba, mientras de lo más adentro de mi estómago, me liberaba y gritaba sin parar, frente a ese inmenso abismo.
Maga
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