domingo, 20 de noviembre de 2011

Saltar al vacío

Sin detención, decidiste dar ese paso, un paso grande, volteabas y no mirabas a nadie que pudiera detenerte. Volvías a voltear hacia al frente, y contemplabas el profundo abismo, silencioso y oscuro; pero con miedo a saltar, subiste tu mirada, hacia el cielo, entre las nubes grises, cargadas de lágrimas por tu partida repentina, en medio de la nada, veías los ojos azules de ese gran caballero andante de armadura fuerte – Don Elpidio- que había marchado hace algún tiempo y que te llamaba, para cuidarte, fue en ese instante, cuando decidiste, saltar al vacío.

Me queda tu sonrisa, me queda tu niñez, me queda las largas tardes de juegos en esa casa encantada, me quedan tus palabras, tu voz, el color de tu corazón, tu olor, me queda la complicidad de tu recuerdo, han pasado tantos y tantos segundos, minutos, horas, días, meses y años, que sin hacerle caso al reloj de arena, sigues allí presente en mí.

A ti mi niña, que desafiaste al tiempo y a la vida para convertirte en la compañera del caballero andante.

Te amo María Carlota.

Maga

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