domingo, 6 de noviembre de 2011

Palillos chinos

Años 80, nuestros dedos descubrían ese vaivén, que con nuestras manos dejábamos caer. De distintos colores, un verde, un rojo, un azul, un amarillo y el negro, ese negro especial, único e importante. Un negro que nos ponía a prueba, que nos guiaba a darle agilidad a nuestras manos. Nuestras manos, que se perdían en esos diversos colores y posiciones, cuando uno de los jugadores dejaban caer al azar ese puñado de picaros palillos, sobre la mesa de casa de la abuela. En silencio y concentrados, pasábamos las tardes de aquel domingo de vacaciones, todos allí, tratando de no mover los palillos. Recolectando la cantidad de palillos mayor, para ser el ganador, así pasábamos las tardes en aquella casa de Naguanagua. Tiempos después, con grandes amigos hicimos lo mismo en aquel bareto, a poca luz, con ese palillo negro que no veíamos, donde perdimos y ganamos, pero nos reímos, de nosotros mismo.

Maga

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