miércoles, 22 de febrero de 2012

No puedo evitar

Sentada en la barra del bar, no puedo evitar mirar a ese morenazo que se posa frente a mí. Lo veo y cada mirada me acerca al pensamiento más morboso que pasa por mi mente, se clava en mis sentidos y se filtra hasta mi entre pierna. El me mira, yo me fumo un cigarrito y zaz, estocada final, paga y se va, y yo me quedo con mis hormonas alborotadas que al rato se duermen. A partir de ahí, se presenta como una sombra el colonizador de mi corazón. No puedo evitar pensar en él, imaginar las cosas más puras y cotidianas con él, la casita feliz, la casa de campo, la sonrisa en la mañana, su cepillo de dientes allí con el mio. Sonrió, pero vuelve a pasar, se me acaba la ilusión, cuando una vez más bajo a la tierra y me doy cuenta de que lado estoy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario