viernes, 22 de junio de 2012

Isabel


Isabel se quedo sin nada. Se quedo calva de tanto engaño, solo escuchaba Beethoven tumbada en su sofá, porque la recomponía. Jugo a ser su musa, su esposa, su amante, su madre y él una vez más, hasta donde pudo,  chupo su sangre caliente que fluía por sus venas. Sin mas volvió a caer, a buscar en las sombras de su salón la figura de él, que la aturdía;  pero que el sonido de su risa ilusoria, la hacia reír.  Isabel sufría, lloraba e iba haciendo con sus dedos la sustitución de él. A medida que se iba acercando arrebatadoramente a su adentro se percataba que él ya no estaba, que su ausencia la lastimaba, que cómo una débil había perdido las fuerzas de su juventud. Y allí, sin más que palabras cogió el arma mortal y  decidió descender  a otro mundo, que la sumergía en esos colores, donde podía borrar el dolor de su desgano. 
Maga 

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