“Un hombre que te DÉ estabilidad” es una frase que desde muy niñas nos acompaña, se convierte en una sugerencia constante de nuestras madres, abuelas, tías, primas y hasta las amigas que se nos plantan cara a cara sin parar de repetir “tienes que encontrar un hombre que te DÉ estabilidad”. A medida que nos hacemos mujercitas, desde nuestra primera menstruación, cuando cumplimos los esperados 18, luego los 25, después de la crisis de los 30, los 40, los 50 y ya más allá que acá…nos preguntamos y nos respondemos ¿Qué que te DÉ estabilidad?, lo que es estable para unos es inestable para otros y viceversa. Por eso, nos pasamos la vida creyendo que estos argumentos tienen fondo y por ende en una búsqueda interminable de esa estabilidad que te DÉ el hombre de los sueños, pero cuando creemos tenerla y haberla conseguido nos damos cuenta que la estabilidad es una utopía porque los seres humanos estamos en constante cambio. En lo que se refiere a ELLOS, frecuentemente se ven confundidos, en su mayoría, por situaciones amorosas y sexuales que los hacen perderse y volverse inconstante, todo lo contario a la estabilidad que es sinónimo de constancia y espacio seguro, por eso creo que gran parte de los hombres, no nos dan estabilidad, sino al contrario no las quitan. Allí es cuando, nos respondemos y nos damos cuenta que somos nosotras las mujeres que debemos conseguir nuestras propias vías para llegar a la estabilidad, pero no la estabilidad que nos exige o nos enseña la sociedad, sino la que se encuentra muy dentro de nosotras, la que nos habla bajito y nos dice lo que como mujeres divinas e inteligentes que somos, necesitamos. Por eso, creo que nunca es tarde para dejarnos guiar por esa voz y descubrir la verdadera estabilidad desde nuestra solitud. Así podremos no seguir creyendo en el que te DÉ…sino en el que no TÉ quite...
Gaby
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