domingo, 5 de septiembre de 2010

¡Venezuela, bella durmiente!, ¡Despierta!

¡Venezuela, bella durmiente!, ¿Quién será tu príncipe y vendrá a besarte para despertarte?

¡Venezuela, bella durmiente!, ¿Por qué no te das cuenta?, tu tierra es la más bella, la más bondadosa, la más fértil, la más generosa, siempre estás allí, a nuestra disposición, dándonos los frutos, el petróleo, los minerales, las flores, la fauna, todo el año, no te cansas; pero sigues dormida y nosotros sin cansarnos, seguimos aprovechándonos de ti, de tu clima, un clima que no varía, un sol que nos guía, que nos da energía, que nos mueve, que nos fortifica, que nos quema. Tu mar Caribe azul, reposa callado sobre el Atlántico, a veces quieto, a veces revuelto, es que tu agua salada nos relaja, tu horizonte infinito nos hace pensar, tu profundidad marítima nos hace descubrir especies de colores, distintas, pececitos que bailan bajo del mar, un ritmo salsero, un ritmo Caribe; tu arena blanca y suave, tus aguas oscuras o claras, con o sin olas, cálidas o frías, muchas limpias otras sucias, muchas contaminadas por el hombre que te habita, que te destruye, pero tu allí sigues durmiendo, sin darte cuenta y muchas veces ¡haciendo el tonto!.

¡Venezuela, bella durmiente!, ¿Será que la harina pan nos da amnesia?, no recordamos, nuestra memoria se acaba, se agota, se queda corta, nos convertimos en desmemoriados, y no por viejos, sino por egoístas, se nos va deteriorando nuestra alma, nuestra retentiva, nuestra historia, una historia que no sentimos, que se nos esfuma, una historia que quedó guardada en los baúles de nuestros abuelos, allí escondida, llena de polvo y ahorita no somos capaces de retomarla para rescatarla, quizás por miedo, por costumbre o resignación.

¡Venezuela, bella durmiente!, ¿Por qué no te despiertas?, debemos unirnos sin temerle al tirano, como en los cuentos de hadas, desde los más fuertes a los más débiles se unen para luchar contra el malvado. Ese malvado que hace 11 años se disfrazó de príncipe y te durmió, nos durmió a todos profundamente, unos conscientes y creyentes, otros inconscientes y no creyentes, nos durmió con su veneno, como le hizo el hada malvada a la pequeña princesa del relato de Disney. Con él llegó la tristeza, la oscuridad, la muerte, la sangre, la sangre que se derrama en nuestras calles, que la tenemos más cerca que nunca, que es tangible, de verdad, transformándonos en paranoicos, el humo, el humo gris que respiramos, que no nos permite ver la formas de las nubes, que nos nubla la vista, el líquido negro que invade nuestras aguas, nuestro mar, las llamas que queman nuestras montañas, los altos precios que nos dejan nuestros bolsillos vacios.

¡Venezuela, bella durmiente!, ¿Dónde queda nuestra libertad?, aún podemos elegir, es verdad; pero te pregunto Venezuela, ¿Dónde queda nuestra libertad como humanos?, se nos pierde, ya no podemos estar tranquilos en las calles, porque nuestra libertad, nuestra vida está en manos de otros, a la merced de individuos que deciden por nosotros sí dejarnos volar o cortarnos las alas, si dejarnos caminar o mutilarnos, porque pasamos de vivir en una cueva sin techo a una cueva oscura, encerrada, sin vernos las caras, ni sentirnos, ni oírnos, ni tocarnos, ni olernos, andamos cada uno por un lado, como androides, sumergidos en la velocidad del tiempo, pero no podemos seguir esperando a un solo príncipe que venga a besarte para despertarte, tenemos que unirnos todos como un solo príncipe y juntos llegar hasta ti, tomarte como la princesa que eres, y rescatarte, despertarte, transformar ese castillo oscuro en el castillo mágico de mi infancia, un castillo repleto de ilusiones, de sueños, de nacimientos, de juegos, de vida, de esperanzas, creer en ese pequeñito rayo de luz que entra por el agujero de la cueva y nos hace despabilarnos, volver a confiar.

¡Venezuela, bella durmiente!, ¡Despierta!, haznos alcanzar el orgasmo grupal, que las sensaciones nos dejen llevar, que los movimientos sean compulsivos, que nuestro cuerpo se invada de placer, que recuperemos nuestras almas, que gritemos de verdad, donde quepamos todos, que no sigamos siendo ausentes, ni silentes, ni individualistas, ni egoístas, que nos unamos para poder rescatar nuestra LIBERTAD y despertarte con un beso profundo, lleno de verdad. Unos retornaremos, haremos un viaje de vuelta a ese lugar que ahorita nos acoge, nos adopta, nos hace feliz, nos detiene el espíritu por segundos, pero nos iremos con las fuerzas, la ilusión y el amor de poder dejar a la princesa despierta.

Gaby

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