Saudade, huésped permanente de cada ápice de su cuerpo. Mientras tiembla, por lo dejado, el saudade entra por sus pies, alcanza sus piernas, las inmovilizas, se detiene, se paraliza y luego de un golpe..sazzz...el saudade viaja por sus venas, se aparca en su estomago de donde aún no quiere salir, para que finalmente se rompa en su corazón y así pueda existir el inicio de un fin...
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