miércoles, 3 de abril de 2013

Una tierra

Una tierra en medio del mar, con el pico más alto de España, el Teide...Desde aquel lugar a 3 mil metros de altura o más, se observaba el mundo en pequeñito, las nubes se movían como el mar para taparlo todo, la gente que subía, iba muy abrigada, pero con cámara en mano no dejaban de captar la belleza que se posaba frente a sus lentes. El sol se escondía a medida que pasaba el tiempo, el tiempo era lento y las conversiones con Dios no tenían intermediarios. Una vez cerrabas los ojos podías sentir el el aire que entraba a cada ápice del cuerpo y escucharlo como bravío te daba la bienvenida, se emocionaba, deliraba por la presencia que solo se hacía entenderle, entre Dios, el aire y tu, en aquella montaña, era fácil entenderlo y vivirlo sin vergüenza,sin miedo, sin limitaciones.

Al bajar, todo se hacía terrenal y menos espiritual; sin embargo al llegar al pueblo, la alegría de la gente, del canario, hacía que tuvieses un viaje trasatlántico instantáneo ha aquel país, donde la gente es mezclada, Venezuela, mi tierra. Contagiada de la risa y del vivir, recorrí sus calles, comí su comida, viví a la gente y me conecte con aquel pedazo de tierra que hizo un reencuentro inesperado con lo que soy, con la mía, con mi Caribe, con el clima, con el mejor sabor y olor del mundo, con sus canto y su alegría, sus bailes y chistes, su nobleza y humildad.

Maga

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