En aquella madrugada de diciembre, se aproximo un número, un número borroso, donde tuvo que coger sus gafas para ver escrito en ese botella de whisky a medio tomar, el número 18. Un 18 que sin duda, no iba hacer el último número en su vida; pero si un número par de esos que marcan su historia, como lo hizo el 4 o como llego hacerlo el 12. Un 18, explosivo, amante apasionado, vivaz, vital. El número 18, la condujo con sus provocativas palabras e intensidad visual a perderse entre las sábanas; sin darse cuenta de lo delicado que podía ser, el después. Una y otra vez, ella y su número 18, se veían semejantes; pero a escondidas, se atrevieron sin pensarlo mucho, a quererse como dos niños traviesos que juegan sin darle importancia a las consecuencias. Para ellos, no importaban las diferencias y las distancia que ambos tenían; pero es que ella con el número 18, no tuvo angustias, ni miedos, sólo danzaba como una bailarina, ronroneaba como una gatita perdida, gritaba de placer y placer, para ella ese número 18 es inolvidable.
Maga
Maga
No hay comentarios:
Publicar un comentario