jueves, 23 de mayo de 2013

La suicida

La suicida cogió su coche y se fue rumbo al sur. Desde la ventanilla seguía un cometa en el cielo gris que era el fondo de aquella ave de papel que le indicaba a donde ir. Entre cantos y gritos, la suicida iba viajando por el túnel que la llevaba a su muerte. Dos flechas se encontró, una le indicaba la vida y otra la muerte. Ella sin tardar mucho en mirar, giro a la izquierda y segura de la flecha siguió a la muerte. Anduvo con su coche por aquellas tierras ajenas, que duermen en el sur. Las montañas, la sola carretera y de vez en cuando las ovejas eran las últimas acompañantes que la suicida tenía. Fue una suerte y un capricho del destino, quizás, ya que la suicida había diseñado su muerte tirándose por un puente; cuando la suicida repentinamente, estuvo a punto de estrellar su coche con un tronco de un árbol que estaba en medio de la vía. La suicida hizo un malabarismo instintivo con el volante para que su vida no terminara así, fue cuando la suicida comprendió que el camino hacia la muerte o la vida puede ser el mismo.


Maga

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