Una edad que es diferente a la de
ella. Una vida que no se asemeja a la de ella. Una ilusión que ha llegado
temprano para ella, y muy tarde para él. Su piel se desgaste, la de ella es aún
joven (aunque eso no es lo importante). Su mirada es madura, muy madura; pero
ella intenta volverlo un joven, un jovencito aventurero, arriesgado, tenaz, es
imposible que ellos puedan juntarse en esta vida porque él ya tiene su camino,
a ella aún le falta mucho por recorrer. Él no puede cogerla de la mano, ella no
puede invitarlo a andar junto a ella, se cruzaron sin querer, sin saber,
desconociendo lo que iba a suceder, sin daños a terceros quisieron
pertenecerse; y lo hicieron como dos adolescentes que recién se encuentran,
ella sin darse cuenta cayó en un juego al cual siempre había huido, enamorarse
de alguien no correspondido, prohibido, impensable, de extrañar un cuerpo físico, una mirada, una
sonrisa, una emoción, ya ella había pasado por ello hace 3 años y medio, con
aquel fulano que llevaba boina negra y gafas de pasta, por eso lo tomo prestado
en aquella isla perdida, donde los pelicanos se iban de fiesta nocturna. Diciéndole
adiós con un dolor, lo dejó y al mirar hacia atrás él le dio la espalda.
Maga
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