viernes, 22 de octubre de 2010

Combate entre lo femenino y lo masculino


El macho del cielo secuestro por 10 minutos las miradas de los andantes que transitaban las ruinas del Templo de Debod (Madrid) y elevo los antiguos arcos egipcios, haciéndoles alojarse en el agua, duplicando su imagen. El SOL sedujo a los viandantes quienes se detuvieron en frente de la balconada para contemplar como el varón amarillo teñía con sus cambios de colores de amarillo a naranja y de naranja a rojizo el sur y oeste de la ciudad. A medida, que los transeúntes se detenían, el hombre del cielo hacia su trabajo, cambiaba de color, de tamaño, se ocultaba lentamente, bajaba y no paraba de bajar, infinito, vibrante, de lo visible a lo invisible, se iba a descansar, a reposar, a dormir, se rindió y perdió la batalla ante la hembra, la LUNA quien redonda, plateada, sonriente, con su relieve aceleraba la encubierta de su contrincante, del otro lado del Templo, se posaba ella dispuesta a trabajar toda la noche, a sucederlo, a cumplir deseos, ser testigo de secretos, dominar la marea, volvernos locos y felices, la hembra de allí no se movía, se giraban los transeúntes quienes minutos antes se hipnotizaban con el hermoso atardecer; pero ahora volteaban para ver la imponencia de la LUNA, mientras ella callada saludaba desde el cielo semi azul, para empezar otra noche más.

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