domingo, 19 de diciembre de 2010

La musa felina

2 a.m. de la madrugada, unos se han ido inocentes a sus casas a dormir, otros han seguido la marcha, muchos se han rendido en medio de la calle, otros se han escapados sin decir nada; pero la musa ha atravesado valientemente las estaciones de su indiferencia para encontrarse con el poeta. Él la espera, fumando una pipa y tomando una copa de vino desde su ventana, ella viene del otro lado de la acera caminando con pasos rápidos para que nadie la vea, esquivando la luces de los postes para que su sombra no pueda reflejarse en la paredes de los edificios, ella va por él, sin vergüenza, sin miedo, sin prejuicios, se convierte en la musa felina, es la mezcla entre la diosa de la inspiración y la cazadora sigilosa del poeta, nadie la ve, ni la escucha, solo él en la oscuridad de su piso, la siente, la toma, la devora y ella entra en su mundo sin pedir permiso, un mundo anónimo, solitario, invisible, intangible que ha ella le gusta, le excita, le encanta. La musa felina captura al poeta (su presa) con sus afiladas garras, con un tenaz mordisco y su fuerte rugir invade al poeta.

Gaby

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