domingo, 5 de diciembre de 2010

Le petit amour fou

00:00 a.m del 11 de noviembre de 2010, marca el reloj de Ximena. Ella cruza el semáforo de la carrer Encarnaciò, sube y sube cuesta arriba, con poco aire en sus pulmones, casi sin respirar, atraviesa la carrer Legalitat, para luego cruzar por Escorial. Apresurada para llegar a su piso y resguardarse del duro frío de invierno, atraviesa la carrer San Lluis y se tropieza con un bóxer de color marrón y grande, que le ladra sin parar, al detenerse se percata que el amo del perro, es su profesor de Filosofía de la universidad, Jordi. Jordi la mira, se le acerca, ella se pone de nervios, no sabe qué decir, tiembla, desconoce si es por frío o por pena, de todos modos le da igual, lo cierto es que sus mejillas la delatan, están rojizas, su manos sudan, saca los guantes del fondo de su bolsillo y se los coloca para disimular su alteración nerviosa, es que la Ximena desde que vio aquel joven guapo, 5 años menor que ella e inteligente, de palabras intensas, entrando al salón, quedo hechizada sin saberlo. ¿Cómo imaginar conseguírselo en medio de la calle?, siendo Barcelona tan grande.

El la interroga, realizándole un par de preguntas que le hacen conocer a esa chica incógnita que desde hace meses le gusta, que la ve todos los lunes y martes en la tercera fila de aquella clase, que desde que entro al aula, lo hipnotizo. El bóxer que se encuentra en medio de los dos, no hace más que mirarlo, el se despide y ella también.

Bruno, el sabio perro, guía una vez más a Jordi hacia Ximena. Ximena, se quita los guantes y le sonríe, el se acerca a ella y le pide que lo acompañe a pasear a Bruno, ella acepta. Entre las calles y plazas de Gràcia, empiezan a platicar de sus vidas, de sus gustos y de la filosofía. Luego de una hora de recorrido, Jordi invita a Ximena a tomar unos vinos, en el bar de la esquina. Ella le acepta la invitación, sin embargo para mañana a la misma hora, quedan en que ella pasará por la carrer San Lluis y se encontrara con él.

00:00 a.m. del 12 de noviembre de 2010, Ximena pica en la puerta 3 el 6-2, contesta Jordi por el otro lado del intercomunicador: “Hola, Bona nit”, la Ximena por el otro lado “Hola Jordi, es Ximena, te espero abajo”. Jordi con su bufanda negra, converse vermell (rojo), vaqueros grises, chaqueta negra, perfume de olor a limón, sonrisa radiante, baja los escalones rápidamente y abre la puerta, del otro lado Ximena, botas negras, vaqueros negros, bufanda vermell, chaqueta negra, olor a mandarinas y mirada picará, no deja de imaginarse besar los labios carnosos de Jordi, bajo las oscuridad de aquel portal.

Se van de marcha, visitan todos los garitos de Gràcia, desde el más pijo hasta el más underground, paran a comer piadinas en plaza de la Virreina y siguen probando la noche bohemia que ofrece Gràcia, hasta llegar a un bareto de luz tenue, de 6 o más parejas dispersas por todo el sitio, intercambiando sensaciones desenfrenadamente, con escritos de poemas a letras negras bajo el fondo de las paredes rojas , y “Sopa de Cabra” sonando (grupo preferido de Jordi) en el tocadiscos del lugar.

Ambos bastante borrachos, por el alto alcohol en sus venas, tomaron vino toda la noche, mezclado con cervezas, con la hierba y la adrenalina que les produce estar juntos. Bailan en medio de la pista eufóricos y no dejan de tataratear “Le petit amour fou”,(El pequeño amor loco) , se ríen sin parar, ella gira sobre sí y en un descuido, los dos allí, en el medio, iluminados por un pequeño foco de luz, sus lenguas danzan, se mueven de manera circular, uniéndose lentamente una a la otra, seduciéndose, sus manos se juntas, formando un solo ser, la lengua de él va penetrando la boca ardiente de ella, los labios de ella van succionado los de él, y allí sin parar, se van deslizando sobre las paredes rayadas, los sofás vacios, salen despavoridos de aquel sitio sin pagar.

Van riendo y riendo, una, dos, tres, muchas veces, se besan, se meten en cada portal de las fincas que ven libres y que los recibe con el silencio y oscuridad de la noche. No paran de lamerse, de besarse, de tocarse, sin palabras, ni promesas, ni mentiras, solo las hormonas aceleradas, se hacen no pensantes, el introduce su mano caliente buscando jugar con la habitante de su cueva, sus dedos llegan hasta su clítoris erecto, ella aprieta sus manos sobre el jersey de él, y luego baja con ellas esculpiendo el sexo de él, se dispone a bajar suavemente su rostro, hasta que su boca se rinde ante al caballero erecto, ella no para de jugar con su lengua, de olerlo, de moverlo, de saborearlo como si fuese el copito de un helado de tiramisú (sabor favorito de ella), él no aguanta, la tumba en la escalera, y como un gladiador, dispone su lengua como arma de batalla para entrar en la cuenca de su feminidad, que le habla, que le grita, que le moja sus labios, sus manos.

Jordi se la come como un durazno fresco, joven, suave, de color hermoso, de sabor inolvidable, solo los gemidos de ella, se escuchan como el aullar de un gato, como el silbido de un grillo o el cantar de un pájaro. El sube y con su lengua visita su vientre, reposa en su ombligo y canta con sus senos, besa sus pezones erectos, agarra su cuello, posee sus labios y ella dispuesta frente a él dispuesto, se abraza a él, lo toma de sus manos para no separase jamás, en la oscuridad de aquel portal a media luz, comenzó “Le petit amour fou”.

Gaby

No hay comentarios:

Publicar un comentario