sábado, 18 de diciembre de 2010

RECONCILIACIÓN MOMENTÁNEA

Nos plantamos o huimos de ese ser que hemos extrañado tanto, escribimos o borramos sílabas sabiendo que existe una fina pared que nos separa de esa persona que queremos tanto, decimos frases profundas al viento para que viajan a través de él y lleguen a los oídos de aquel muchacho o muchacha que sentimos tan cerca; pero que sabemos que está lejos, pronunciamos palabras contenidas que están aparcadas muy dentro de nosotros y cuando escuchamos su voz al otro del teléfono, nos debatimos por seguir creyendo, pulsamos teclas para escribir líneas cortas de amor y dolor, de odio y pasión. Así estamos, consecutivamente llenándonos la cabeza de pensamientos efímeros que nos hacen querer o no, creer o no, seguir o no, luchar o no, regresar o no, perdonar o no, a veces nos impulsan a correr, huir a una isla, encerrarnos en la paredes de nuestra habitación con la persianas abajo, cuando la luz del sol lo ilumina todo afuera, retomamos la historia vivida o la dejamos a media página, recordamos, sufrimos, gritamos, lloramos, odiamos, amamos y en ese justo instante donde estamos tan tristes, desolados, decepcionados, sin armas, porque ya hemos parado, hemos estacionado todos los pensamientos malos o buenos, dejando pasar todas las voces suaves o duras que nos susurran al oído y es así, cuando dejamos entrar a ese él o ella, bien sea en forma física, que lo podamos tocar, o por palabras que la podamos escuchar, o por líneas digitales que las podamos leer y las sintamos tan sinceras, tan de él o de ella, nos dejamos llevar, sin pensar en lo que sucedió en el pasado, ni lo que ocurrirá en el futuro, solos dos almas magnéticas que en ese momento se juntan, sin palabras, sin preguntas ni respuesta, solo dan paso a la una RECONCILIACIÓN MOMENTÁNEA.

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