miércoles, 4 de agosto de 2010

La gata Zepeling


Zepeling duerme en los rincones de mi piso, donde le apetece y ninguno la detiene. Zepeling se apodera de mi armario para esconderse del calor del verano. Zepeling quiere ser una gata cinéfila y se posa en la almohada de Rafha acompañándola a descubrir las historias de Cassavetes, Haneker, Gus Van Sant y Homer en aquellas tranquilas noches barcelonesas. Ella me hace masajes, mientras yo tumbada en mi sofá, busco respuestas acertadas a mis sueños. Zepeling se instala en la terraza a mi lado, mientras me encanto con las líneas de Echeverría, Bonvicini, Lawrence, Wilde y hasta Aranda. Zepeling es una gatita rutinaria, va del armario a la cocina, toma agua, mastica sus galleticas de gata harina, llega hasta su tierra, va del servicio a la habitación, de un lado al otro, huele aquí, huele allá, se detiene, se limpia y sigue su camino. Ella es una gimnasta natural, trepa, se encarama y salta de una ventana a otra sin que el vértigo la asuste. Zepeling le gusta pasearse por su propio espacio, observa queriéndome invitar ha acariciarla, pero cuando se acerca simplemente se posa unos minutos, luego se agobia y se aleja. Zepeling no padece de estrés, mueve su cuerpo a un ritmo lento, sin apuros y con mucha calma. Zepeling me ronronea cuando estoy triste, ella allí fiel a mi lado, me coloca su patica, me habla y me hace reír. Zepeling nos reclama atención a todos los huéspedes del piso a través de sus agudos maullidos. Zepeling hace la siesta entre las toallas del Chú y duerme en las noches en el interior de mi armario con su camita acolchada y caliente repletas de carteras olvidadas. Zepeling es una gata literaria, ella está allí mientras escribo, me dicta a veces palabras y se convierte en mi co-escritora. Zepeling pasa más de 12 horas durmiendo, 5 minutos deslizando su lengua por su colorido pelaje para limpiarse y hacer de su ritual algo mágico, caza y no deja de cazar, observa a su presa y la ataca cuando la ve indefensa. Zepeling es autónoma e independiente, ella no espera nada de mi….ella da amor sin que yo tenga que premiarla por sus cumplidos. Zepeling no ha tenido novio gatúbelo, sino tuvo un novio hombre que la cortejo hasta que conoció a otra, que al igual que ella es una elástica natural. Zepeling ronronea sin parar en otoño, invierno y verano…desesperada, pero se conforma con las caricias sutiles dadas por mis manos.

Zepeling es una fémina que siente, que observa, que se entrega, que ha sido dejada, pero va a su aire, sin aferrarse a nada ni a nadie, ni a su propio amo. Va como una mujer que recorre la vida a su ritmo con sus complicaciones, deseos, cariños, dolores, amores y lo más importante su independencia, sin dañar a segundos, terceros o hasta un grupo completo. A veces tenemos que transformarnos en gatas.

Gaby

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