lunes, 2 de agosto de 2010

VALS MAÑANERO

Entre las montañas remotas, cubiertas por un cielo azul con nubes de algodones que forman figuritas de infancia, en una ladera olvidada de tierras lejanas, reposa la aldea de doña ENRIQUETA y Don ALFONSO. Allí en ese espacio y tiempo detenido el amor invade a cada uno de ELLOS, convirtiéndose en su mundo único.

Las almas de doña ENRIQUETA y don ALFONSO se esconden dentro de los cerros de verdes variados que decoran un pequeño pueblito llamado Capuri al Sur de los Andes Venezolanos, donde los mágicos amaneceres, la melodía armónica del correr del río, el nidal de nubes que se forman en las montañas, el olor a flor silvestre, la virginidad de la tierra y los sonidos de la fauna se han convertidos en testigos eternos del vals mañanero entre Doña ENRIQUETA y don ALFONSO.

El sol aparece con su amarillo ocre, los primeros destellos entran por los pequeños agujeros que perforan el techo de madera que cubre la cocina. Las inclinadas líneas de luz iluminan la taza azul de peltre que espera la caída del café hirviendo recién colado, con un aroma a grano molido, las arepitas duermen en el fogón, el canto del gallo SERVIOLA y el levantar de los animales del lugar se transforman en una orquesta natural que cautiva el despertar de doña ENRIQUETA y don ALFONSO.

Don ALFONSO, entra a la cocina tatareando las primeras notas de PRECIOSA MERIDEÑA, se acerca a su amada para darle un beso profundo y con sus manos envejecidas rodea la cintura que bajo el vestido suave de flores verdes de doña ENRIQUETA aguarda para ser tocada. Las manos arrugaditas de Doña ENRIQUETA entrelazan el cuello de su viejo y con un ritmo lento comienzan a juntar sus cuerpos, a girar y girar, doña ENRIQUETA cae en los brazos de su amado. Don ALFONSO y Doña ENRIQUETA, en su espacio y tiempo escondido, silencioso, apartado y detenido, han descubierto la simplicidad del amor, a través de su baile eterno, de su vals mañanero, convirtiéndolo en su mundo único.

GABY

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